El Guerrero se niega a renunciar
por Leopoldo Iturra
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25.06.2012
Getty Images
La carrera de Nicolás Massú está llena de hazañas, muchas de ellas inspiradas en su abuelo, uno de los sobrevivientes del Holocausto.
A los 32 años, Nicolás Massú lucha por la que quizás sea la última de las proezas que haya protagonizado en su carrera: vencer a las lesiones y volver al mejor nivel.
Epitrocleitis es el nombre de la lesión que comúnmente se conoce como codo de golfista. Nicolas Massu recita de memoria el
complicado nombre e incluso lo deletrea con la maestría de un traumatólogo. Es la causa por la que el primer campeón olímpico de singles y dobles de la historia lleva un año y medio yendo y
viniendo en el tenis.
Fue en marzo pasado, el martes previo a la Copa Davis de Chile contra Uruguay, que el brazo derecho le dijo no más. "La cancha estaba pesada, de noche.
El primer derecho que pegué me dolió. El segundo fue un pinchazo fortísimo y debí parar. Al día siguiente no podía lavarme los dientes ni echarme desodorante. Se me había roto un tendón de los
tensores del brazo. Si me operaba, a mis 32 años, significaba estar seis meses parado y regresar, en el mejor de los casos, con el 85 por ciento de mis posibilidades".
La reconocida capacidad de lucha del tenista de Viña del Mar fue puesta a prueba una vez más. "En los últimos cuatro meses, sagradamente dedicó dos horas
diarias por la mañana a la kinesiología y por las tardes dos de preparación física. En la última ecografía se ve que el tendón ya cicatrizó. Viene ahora el fortalecimiento para volver a tomar la
raqueta".
En la previa del ATP Masters 1000 de París Bercy
2003, Rainer Schuettler hablaba de su rival de primera ronda: "Cuando te toca con Massú sabes que será un partido largo, en el
que tendrás que luchar todas las pelotas. Incluso la última". Aquella vez en Francia, el ex finalista del Abierto de
Australia sumó su único triunfo en cuatro emparejamientos contra el chileno. Un año más tarde, el germano sufría hasta las lágrimas. Junto con Nicolas Kiefer perdieron contra Massú y Fernando Gonzalez por la
medalla de oro olímpica de dobles.
Pero las historias de Massú comenzaron antes. El 13 de mayo de 1995, el equipo chileno Sub 16 jugaba la final del Campeonato Sudamericano en Porto Alegre, Brasil, contra los dueños de casa. Massú
enfrenta a Marcelo Junqueira y a segunda hora, González debía hacerlo contra Alexandre Simoni.
"Nos querían matar. No sé cómo salimos vivos de allí"
Los 'torcedores' le colmaban la paciencia a Massú. Cuando dispuso de un match point, le mostró la bola al público antes de servir y les dijo: "Con esta pelota los voy a dejar callados". Anotó el
ace, ganó por 6-4, 4-6, 6-3, se arrodilló y llevó el dedo índice a la boca, en señal de silencio.
"Nos querían matar. No sé cómo salimos vivos de allí", rememora el técnico de toda la vida de Massú, Nano Zuleta, quien agrega: "Ahí me di
cuenta de que Nicolás era especial. Hay que tener coraje para hacer eso. Es demasiado competitivo y jamás se rinde". Poco tiempo después, con 16 años ya cumplidos, debutó por el equipo de Copa
Davis.
Massú ha estado con Zuleta desde los 11 años. "Con Nano nos poníamos a discutir nada más que para ver quién tenía la razón. Una vez, en Adelaide, comenzamos
a analizar un partido a las 8 pm. De pronto nos dimos cuenta que estaba amaneciendo", dice Massú.
A Nico no le gusta perder. Ni siquiera en las discusiones.
Cuando Nicolás comenzaba su carrera y le pedían que
hablara de sí mismo, decía con picardía: "Soy hijo de padre palestino y madre judía. ¡Mira la cosa rara que fue a salir!".
En mayo pasado y pocos días antes de cumplir 92 años, falleció Ladislao Fried Klein, el abuelo materno de Nicolás. El "Tata Laci", como él lo llamaba, era judío y nació en Hungría. Sobrevivió a
la ocupación de los nazis viviendo en la clandestinidad, una suerte que no corrieron sus padres y hermanos, a quienes nunca más vio. Su esposa, Veronika Vegvari, fue sobreviviente del
campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Un número grabado en su antebrazo es el recuerdo más tangible que lleva del holocausto. Los demás no se le han borrado de su corazón. Esa
historia marcó al tenista.
"Si mi abuelo luchó por sobrevivir a todo eso, cómo yo no voy a poder pelear en la cancha por ganar un partido". Y quizás fue esa fuerza
interna la que lo ayudó a soportar las casi nueve horas en el court, entre las finales de singles y dobles de Atenas 2004, y cosechar las primeras medallas de oro de la historia del deporte
chileno.
"Sin duda que Nicolás es un guerrero gracias al ejemplo de su tata", dice Nano Zuleta. A don Ladislao lo visitaron productores del equipo de Steven Spielberg y mucho de lo que él les contó sirvió
para producir "La Lista de Schindler", película que posteriormente llevó a su nieto a ver al cine, acompañado por una conversación que Nico jamás olvidará.
"Dios, por favor, regálame este punto y me da lo mismo lo que pase mañana. Si quieres, no juego más al tenis en mi vida"
"Tata Laci" construyó varios de los edificios más emblemáticos del balneario de Viña del Mar, que también es conocido como la Ciudad Jardín. Pero no fue su único aporte a Chile. Fue él quien
instó a su nieto Nicolás a que abandonara una promisoria carrera como futbolista en el club de la ciudad, Everton, y que empuñara la raqueta. Don Ladislao se echó la mano al bolsillo para
financiar la carrera juvenil de Nicolás. "Cuando fui campeón olímpico, pensé en lo contento que estaría él. Siempre fue mi fan número uno".
Nicolas Massu es el único tenista que ha ganado las medallas de oro en singles y dobles en unos mismos Juegos Olímpicos, en
Atenas 2004. "Justo esa semana pasó lo que Nano Zuleta siempre me dijo que pasaría: que alguna vez me tocaría 'estar en la zona'. Cuando pasa eso, tienes que estar preparado. Y yo lo estuve",
dice Massú.
"En la final de singles, contra Mardy Fish, estaba muerto. Pensaba punto a punto. Sólo veía la pelota, la cancha y al tipo de al frente, nada más. Cuando tuve el match
point, miré al cielo y dije: 'Dios, por favor, regálame este punto y me da lo mismo lo que pase mañana. Si quieres, no juego más al tenis en mi vida'. Y tomé mi oportunidad". Massú vencía a Fish
y sumaba su segundo oro olímpico... Pero la historia no terminaba ahí.
"Llegué a la Villa Olímpica a las 5 am y a las 9 tenía avión hacia Nueva York. Dejé las medallas debajo de la almohada, para que no se me olvidaran. No dormí
nada, armé la maleta y me fui al aeropuerto. Antes de embarcar advertí que no las tenía. Me volví loco y llamé desesperado a Fernando para que me las guardara. En el US Open me las entregó".
"Quiero irme por la puerta principal y no por la ventana trasera"
Massú dice sentir rabia cuando ve Roland Garros y Wimbledon por TV. "Vi que Tommy Haas ganó en Halle. Tuvo tres cirugías y estuvo dos años sin jugar, incluso sin ránking. Con lo que hizo en su carrera podría estar
tranquilo en su casa, pero quiso volver y venció a Federer. Esos ejemplos me motivan".
"A los 32 años sería mucho más fácil irme a Miami o a pasear por Europa con mi novia. Pero eso lo puedo hacer a los 35. Intentarlo en el tenis es hoy y en
eso estamos. Quiero irme por la puerta principal y no por la ventana trasera", explica.
"La gente me
sigue viendo como un guerrero, un gladiador. Y sí, soy así. No es algo que no sea real".
La leyenda del Massú guerrero tiene muchos capítulos, pero uno de los fundacionales es la final del torneo de Buenos Aires en 2002. Perdía 6-2, 5-1 y levantó dos match points antes de
vencer al local Agustín Calleri por 2-6, 7-6, 6-2. "Creo que ahí fue cuando les quedó claro a todos que jamás iba a regalar una pelota",
dice. Y agrega: "Me identificaban con la garra. Pero, aparte de eso, tenía velocidad y uno de los mejores derechos del mundo. Era mucho más que la simple
garra".
El retiro de Fernando Gonzalez, su partner eterno, lo dejó mal: "Me bajoneé cuando lo
supe. Jugamos toda la vida juntos, ganamos las medallas de oro y el Mundial ATP por Equipos de Düsseldorf. Será duro llegar a los torneos y ver que él ya no
está", dice.
Se siguen reuniendo, aunque no sea precisamente en el ATP World Tour: "Vemos todos los partidos de la selección chilena de fútbol con un asado en su
casa".
Massú está luchando por volver. Aparece debajo del No. 600 del mundo en el ránking, pero no es un dato que importa mucho. Con la fama que tiene, todos saben que no regalará ninguna pelota, ni
siquiera la última, en su afán por conseguirlo.