Por Marcelo Salazar Medina:
No comentaré la película ni mucho menos un libro, sino que expresaré que no respetamos a nuestros ídolos. Esa maldita frase cliché que siempre corroe nuestra piel. Esa que nos pone de mal humor y a la cual siempre respondemos con un “nada que ver esa cuestión”. No respetar a nuestros ídolos nos lleva -en lo deportivo- a pensar en un personaje en especial que sabe de victorias y abismos: Nicolás Massú.
Nómbrenme otro tenista que haya obtenido dos medallas de oro en una misma olimpiada o que haya ganado una final en Argentina mientras iba un set abajo y perdiendo el otro 6-2 en el tie break. O acuérdenme de algún tenista que estando dentro de los 500 del orbe haya perdido en dos set ante un jugador número 1200 del ranking ATP. (Massú las ha hecho todas).
¿Por qué no me nombran ahora las personas que, siendo honestas, apoyen al “vampiro” o que mantengan la afirmación de que sea un jugadorazo? Les aseguro que cero. Incluso, expresarían números negativos, pero puede ser comprensible. Es innegable el retroceso por el cual atraviesa el oriundo de Viña del Mar, provocándose casi una “metamorfosis” entre su histórico noveno lugar el 2004 y su actual puesto (433°).
Pero pocos recuerdan que por Massú, muchos jóvenes tenistas pueden recibir un aporte de ADO (aunque sea mísero) para formar su carrera. Además, nos hicimos un nombre en los JJ.OO de Atenas del 2004 y que los partidos más extensos de la Copa Davis los ha jugado el “Nico”. Eso es porque no sabemos valorar a un deportista que siempre se caracterizó más por su garra que por sus talentos, que nunca dio un partido por perdido y que “fastidiaba” con su resistencia física.
Es increíble que lo comentado con anterioridad sea la fiel comparación a lo que es la vida: intentar no mostrar mucho los talentos, sino la pasión que ejerce uno por lo que en realidad nos parece correcto. Romper con los esquemas, mostrando que esa garra que caracteriza a Massú es una de las virtudes que deberían exigirse a todos los deportistas de elite. Más aún si representan a una nación, su nación.
Nicolás Massú es uno de nuestros héroes nacionales. Es una persona que no conoce la palabra imposible. Es un deportista que aguantó más de una hora con un calambre mientras definía una serie de Copa Davis ante el austríaco Jürgen Melzer. Es un personaje que no es valorado por lo que es: un gladiador.